Celebrar

Celebrar no es un lujo, es una necesidad

A veces pensamos que celebrar es algo que se deja para las grandes ocasiones, para cuando “pasa algo importante”. Pero lo cierto es que celebrar no es un extra, ni un adorno. Es lo que le da sentido a lo vivido. Lo que nos permite cerrar los ciclos, integrar lo aprendido y dejar que algo nuevo nazca desde ahí.

Como dice Pablo d’Ors, nada está realmente completo hasta que se celebra. Celebrar es agradecer. Es darnos un momento para mirar hacia atrás y decir: esto que viví, con todo lo que trajo, tiene un lugar en mí. Y me alegra haber llegado hasta aquí.

También es un acto de cuidado: cuando celebramos, no solo comprendemos con la mente, sino que le damos un lugar en el cuerpo a lo que nos atravesó. Lo hacemos parte de nosotras. Lo honramos.

Desde una mirada terapéutica, podríamos decir que el trauma es precisamente lo que no pudo ser sentido, nombrado, acompañado… ni celebrado. Es lo que quedó atrapado sin ritual, sin lenguaje, sin mirada que acompañe. A veces incluso sin memoria.
Por eso, cuando elegimos parar y reconocer incluso lo más pequeño —un paso, una decisión, una emoción—, algo en nosotras se relaja. Se asienta. Se siente visto.

Celebrar. es una forma de sanar.

En Cartografías Humanas, incluimos la actividad ritual en los procesos de transformación. Cada uno es un mapa sensible para habitar el presente, apoyar el cambio y encender la alegría del alma, la chispa de inspiración que el ser necesita, para crear la nueva forma de relacionarse con la vida.

En cada celebración del ritual se abre un espacio donde el dolor puede reposar.

Quizás no necesitemos más logros, sino más ritos que den forma a nuestro andar. Más espacios donde, al final de cada proceso, por pequeño que sea, digamos: esto también merece una celebración.

Porque al celebrar, tejemos sentido. Y en ese sentido, encontramos salud, humanidad y presencia.

Beatriz Nimintlansotla.