A Propósito del Poder
Reflexionando sobre el poder sentí la necesidad de clarificar ciertos términos que se confunden, para abrir un espacio a la reflexión que nos permita recuperar nuestro poder personal.
“El poder trabaja en las funciones de incitación, de reforzamiento, de control, de vigilancia, de aumento y organización de las fuerzas que somete. Su objetivo se dirige a producir fuerzas, a hacerlas crecer y ordenarlas más que a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas” Foucault, Historia de la sexualidad 1. La voluntad de poder.
El poder es liberador de espacio para la creación y el diálogo, para el silencio y la reflexión es sinónimo de fuerza, capacidad y energía. En contraposición la violencia no crea espacio sino que lo destruye. El poder no pretende someter o dominar el medio, a otros o a uno mismo, el poder se refiere a la capacidad que cada persona tiene para ser creador de su propia vida, la capacidad para elegir conscientemente lo que queremos manifestar o experimentar. Este poder esta en cada uno de nosotros, es la energía disponible para nuestra vida, pero la violencia a la que somos sometidos, merma esta energía y nos desconecta de nosotros mismos convirtiéndonos en eternos repetidores de lo que el entorno nos ofrece.
La violencia que sufrimos, incluso que ejercemos, no siempre es evidente y nos deja a la deriva de la confusión, sin espacio para cuestionarnos porque una y otra vez regresa esa sensación de agotamiento, de repetición, de mortal evidencia sin misterio.
Libertad sin conciencia, sobre información, exceso de velocidad, hipervisibilidad, son algunos de los actos violentos a los que nos sometemos y que nos debilitan, muchas veces, sin ni siquiera saberlo.
En estos tiempos de supuesta libertad del individuo, que no está sometido a nadie, su constitución psíquica está definida por el poder y no por el deber. El poder ser el señor de sí mismo. Su existencia está regida por la libertad y la iniciativa, no por mandamientos y prohibiciones. Pero esta “libertad” es usada por la persona para coaccionarse a sí misma, de modo que, aparece la autoexplotación, convirtiendo libertad y violencia en lo mismo. La violencia se dirige hacia uno mismo. El explotador es el explotado, el verdugo coincide con la víctima. De todo esto se sigue que la violencia de la positividad es más traidora que la violencia de la negatividad, ya que hace uso de la confusión y la sobreinformación como arma, una batalla sin dominación externa ni enemistad. LA NUEVA PRISIÓN SE LLAMA LIBERTAD, se parece a un campo de trabajo forzado, donde uno está prisionero y a la vez es el vigilante.
LA MASIFICACIÓN DE LO POSITIVO congestiona y obstruye la circulación, causando un infarto en el sistema. En un punto concreto la información ya no es informativa, la producción ya no es productiva, la comunicación ya no es comunicativa dando paso a una promiscuidad generalizada, de consumo, de comunicación, de información y producción.
Una saturación, una obesidad, que impide el equilibrio natural y que se encuentra dentro de cada uno, iniciando la guerra contra uno mismo, de modo que la destrucción de lo otro será autodestrucción, una guerra invisible que se manifiesta como paz, una violencia implosiva un sobrecalentamiento del corazón, del ambiente…
Un exceso, “progreso” o aceleración no justificada, provocan hiperactividad, ansiedad, estrés, de modo que lo que superficialmente parecería “positivo” se convierte en violencia, impulsos autodestructivos, síndrome de TDH, Burnout o depresión.
La hipervisibilidad actual también es un acto violento. El conocimiento que nos da acceso al poder personal, es aquel basado en la propia experiencia. “Hacer una experiencia con algo, sea una cosa, un hombre, un dios, significa que nos suceda, que nos ataña, nos comprometa, nos trastorne y nos transforme.” M. Heidegger, De camino al habla.
El espíritu que originalmente significaba excitación o emoción, nunca es del todo transparente para si mismo, la exigencia permanente de transparencia se basa en una idea del mundo, en la que el hombre esta libre de toda negatividad, pero solo las máquinas son absolutamente transparentes, los humanos somos misterio incluso para nosotros mismos, siempre susceptibles de cambio, aprendizaje y evolución. La integridad de una personal también está constituida por cierta inaccesibilidad e impermeabilidad. La iluminación absoluta y la sobreexposición de una persona supondrían violencia.
Un mundo en el que se le puede poner precio a todo y en el que todo tiene que proporcionar una ganancia es obsceno. En esta sociedad en la que todo está expuesto, cada sujeto es su propio objeto publicitario, todo se mide en función de su valor de exposición. La sociedad expuesta es una sociedad pornográfica. Todo se dirige hacia fuera, se revela, se descubre y se expone, convirtiendo el “rostro” en un face superficial. El exceso de exposición convierte todo en una mercancía, que queda entregada al consumo inmediato.
También es violencia la hiperinformación, la masa de comunicación y signos, que ya no ilumina ni revela, sino que solo actúa masivamente. La masa positiva sin mensaje, dispersa, embrutece y paraliza.
El exceso no conoce ningún punto final.
Toda esta violencia de masificación, hiperactividad, hiperinformación y aceleramiento, nos deja sin espacio para la reflexión, la conexión y el cuestionamiento que nos darían acceso a lo nuevo. Escribio Nietzche en Así habló Zaratustra: “Todos vosotros que amáis el trabajo salvaje y lo rápido, nuevo, extraño, – os soportáis mal a vosotros mismos, vuestra diligencia es huida y voluntad de olvidarse a sí mismo. Si creyeseis más en la vida, os lanzaríais menos al instante. ¡Pero no tenéis en vosotros bastante contenido para la espera- y ni siquiera para la pereza!”
Todo esto nos conduce a una fragmentación interna, a una pérdida del poder personal creador y renovador que en realidad somos.
Deja espacio libre en tu vida para la reflexión y el silencio, para la Nada, para cuestionarte que es lo que verdaderamente te sienta bien, te nutre y te devuelva a tu naturaleza energética, creativa y manifestadora.
Un espacio donde aprender a asumir riesgos y tomar decisiones propias.
Además de las citadas, otras fuentes de referencia; Psicopolítica y Topología de la Violencia. Byung-Chul Han. Herder Editorial
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